La historia del Toronto
Escrito por Andrea Valladares el febrero 18, 2021
El señor Ernst Weitz salió de Polonia, justo antes de la invasión nazi. Vino a estas tierras a endulzarnos la vida. Con apenas 19 años se convirtió en aprendiz de confitero industrial en Viena —donde aprendió algunos de los secretos de lo que sería su oficio y pasión de vida. “Salí del canal de la mancha a Maracaibo huyendo de la guerra y nunca más pensé en regresar”.05
Al poco tiempo, Ernst pasaría a formar parte del equipo inicial de una gran industria de la confitería venezolana: Savoy.
Desarrollar maquinarias, procesos, manejar temperaturas y empaques, resolver problemas y convertirlos en productos de consumo masivo fue su tiempo y su pasatiempo. “Ese era mi problema, para mí no era un trabajo era mi divertimento. No sé hacer otra cosa que no sea desarrollar productos, buscar soluciones, inventar cosas”, reflexiona Ernst a sus 90 años.
Y es así como este confitero polaco estuvo involucrado en el desarrollo de uno de los productos bandera de la Savoy, y que es hoy parte de la memoria gustativa criolla, el ‘Toronto’.
Estuvo en Estados Unidos y en Europa aprendiendo con las grandes empresas sobre empaque y procesos y en ocasiones intentó independizarse. “No estoy orgulloso de un producto en particular sino de las soluciones e inventos que incorporé. Es lo que me llena, no lo inventé pero lo hice, logré hacerlo…”.
Esfuerzos que no son chuchería, Ernst Weitz a pesar de su nombre y procedencia tiene mucho que ver con “el sabor venezolano”.
El Señor Ernst Weitz falleció en el 2014.
Vía: El Estimulo