“El vampiro de Galipán”
Escrito por Andrea Valladares el agosto 10, 2021
Gottfried Knoche cruzó los mares para atender a otros alemanes que vivían en las costas del mar Caribe, en una población venezolana conocida como La Guaira. Tenía 32 años y venía graduado de médico en la Universidad de Halle (Alemania) en 1845.
Médico cirujano e investigador científico, desarrolló una fúnebre sustancia que podía dotar con apariencia de vida a los muertos. Ese fue su gran invento: un proceso que no ameritaba extraer los órganos vitales a los cadáveres, superando con creces a la momificación de carácter religioso practicada por los egipcios, los más famosos momificadores.
Quienes lo conocieron aseguran que fue un hombre bueno, integrado a la sociedad, y certificado para ejercer la profesión en Venezuela. Era caritativo, atendía a los pacientes pobres sin cobrar y luchó a brazo partido contra la epidemia de cólera que se desató por aquellos tiempos.
La historia comienza entre febrero de 1859 y abril de 1863, las tendencias políticas conservadora y liberal desataron en Venezuela la llamada ‘guerra larga’ o ‘guerra federal’. Knoche realizó sus primeros experimentos con cadáveres producidos por la guerra y que no eran reclamados por nadie.
Cargados como sacos sobre lomos de burros o caballos, Knoche hacía llevar esos cadáveres hasta la hacienda Buena Vista para sus experimentos. Como es de imaginar, un médico que llevaba muertos a la montaña, rápidamente despertó la imaginación del poblado. Llegaron a llamarlo ‘el vampiro de Galipán’. Y su estampa de médico generoso se transformó en la de un hombre sombrío para los pobladores.
El médico alemán momificó, tanto animales como personas, incluso famosas como el influyente periodista y político Tomás Lander, fundador del diario El Venezolano y el expresidente constitucional de Venezuela, Francisco Linares Alcántara, quien también fue embalsamado por Knoche, y luego llevado al panteón nacional.
El sector Canoche del cerro El Ávila debe su nombre al aventurero cirujano.
Vía: Aleteia