Coldplay y ‘A Head Full of Dreams’: Una década de euforia
Escrito por Sheyla Palacios el diciembre 4, 2025
Cuando Coldplay lanzó A head full of dreams el 4 de diciembre de 2015, el grupo británico llegaba a un punto peculiar de su carrera. Llevaban más de una década como uno de los grandes nombres del pop-rock mundial, pero venían de un álbum, Ghost stories, que había sorprendido a muchos por su tono íntimo, casi ascético, marcado por la ruptura sentimental de Chris Martin. La banda parecía necesitar un espacio silencioso para recomponerse. Lo que nadie esperaba es que, justo después, llegaran con su trabajo más luminoso, colorido y expansivo.
Coldplay ya no era el grupo tímido de Parachutes ni los arquitectos sonoros de Viva la vida. A esas alturas, eran una maquinaria internacional capaz de mover estadios, redes sociales y tendencias musicales. Pero algo en ellos seguía empujando a buscar un nuevo capítulo. A head full of dreams surgió como ese cambio de ánimo: un proyecto que quería sonar a celebración, a salida del túnel, a contraste absoluto con su predecesor. Si Ghost stories miraba hacia dentro, A head full of dreams miraba directamente al cielo, a los fuegos artificiales y a un público dispuesto a cantar cada frase sin pensar demasiado.
El disco se grabó entre Malibú y Londres, con la producción de Rik Simpson y Stargate, dos nombres que ya apuntaban a un enfoque más pop, más brillante. Desde el primer segundo se nota: el tema que da título al álbum abre con guitarras bañadas en luz, percusiones saltarinas y un Martin que suena más liviano que en años. A partir de ahí, el disco se mueve entre paisajes de electrónica suave, funk pulido, coros festivos y un uso de colores (literal y sonoros) que se convirtió en parte de la estética oficial de la era.
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Fama 98.1 FM